En Abril de 1980 yo me encontraba preso en la Prision de Maxima Seguridad de Guanajay.
A eso de las 4.00 pm de la tarde ese Viernes 4 de Abril se escucharon ráfagas de ametralladora cerca de la embajada del Perú en la Habana. Otro autobús había entrado violentamente por el portón del garaje. Dias antes se habia metido un omnibus con 19 personas, pero a esto no se le dio publicidad. Solo unos cuantos se enteraron.
Se trataba de otra guagua que salía de la playa de Marianao y pasaba por 5ta avenida en esta ocasión con 12 cubanos a bordo del ómnibus.Lograron entrar a la sede diplomática. La habían reforzado con planchas de acero en sus laterales y por dentro llevaba sacos de arena a todo lo largo y de 100 libras cada uno para protegerse de las balas. La precaución no fué en vano. Los guardias de la custodia cosieron a balazos la guagua resultando solamente herido el chofer en una nalga y una pierna.Mientras los guardias disparaban con ráfagas de metralleta el ómnibus una bala rebotó y mató a uno de los guardias. Con el tiempo se comprobó que había sido un accidente y no un asesinato como el régimen quería aparentar ya que los asaltantes no poseían armas de fuego.El gobierno cubano insistía que se trataba de un asesinato por parte de los delincuentes amparados por la embajada del Perú. Y no perdieron el tiempo.Elevaron al muerto a héroe de la revolución. Pedro Ortiz Cabrera, era su nombre, y quien posiblemente era un buen cubano que cumplía con su deber de recluta del Servicio Militar Obligatorio. Luego de dos días de negociaciones con el gobierno peruano solicitándoles que devolvieran a los “delincuentes” y frente a la negativa del Perú de hacerlo Fidel Castro ordenó retirar la seguridad que custodiaba la sede diplomática y lanzo aquel famoso comunicado de prensa por el periódico Granma que decía:
"Por negativa del gobierno peruano a entregar a los delincuentes que provocaron la muerte del compañero Pedro Ortiz Cabrera el gobierno cubano se reserva el derecho de retirar la custodia de la embajada. Por lo tanto dicha sede queda abierta para todo aquel que quiera salir del país”.
Y Cuba nunca se imagino la cantidad de gente que iba a entrar. Creo que fué el peor error político del gobierno de La Habana.
Es para morirse, 51 años después de que Cuba estuviera al borde de una guerra civil, ver aún al delincuente de Fidel Castro en el poder. Eso sí, ya hoy es un viejo decrépito y baboso, pero lleno de maldad como nunca. Le fue dado todo el tiempo para joder la isla y ya el daño está hecho. 51 años lleva el dictador amenazando con una invasión americana y el pueblo, a pesar del desaire de EU, es increíblemente más que nunca pro-americano.Así pasaron los días hasta el 1ro. de Mayo en que habló Fidel.
Estábamos desesperados por saber qué estaba pasando en la calle y no llegaban ni los periódicos. Jamás en la vida estuvimos más deseosos de oír las palabras de Fidel. Llegaban rumores de que estaban vaciando las cárceles y pensábamos que como Guanajay en ese momento era la segunda cárcel en importancia en La Habana, pues seríamos de los primeros en cualquier cosa que pasara.Fidel comenzó a hablar a las 6 de la tarde. Guanajay era una prisión inmensa y cabían más de 4000 presos.Se oía el vuelo de una mosca. Solo las palabras de Fidel.Fueron sus famosas palabras, las que llenaron a Guanajay de alegría:-¡NO los queremos, no los necesitamos, que se vaya la escoria!Los gritos fueron grandes y la gente aseguraba que nos quedaba poco allí.Efectivamente. En pocos días trancaron a toda la población penal y dijeron a los carceleros que dejaran salir a todo el que llamaran por los altoparlantes.Yo no creía en nada. Estaba desconfiado y jamás pensé que Fidel Castro se volviera loco y dejara salir a los presos de todas las prisiones y mucho menos para ir a los Estados Unidos. Sencillamente, no cabía en mi cabeza. Era ilógico que esto pasara.Increíblemente, al primero que llamaron fue a mí. Llamaron a los primeros 100 reclusos y nos vistieron de civil.Nos llevaron para el comedor de la prisión que era grande.Allí estuvimos 4 días, hasta que un buen día, llegaron unas guaguas y nos sacaron de allí con destino al Mosquito.Todos estábamos como locos de pensar en la incertidumbre que teníamos.Llegamos al Mosquito y nos separaron de todo el que estaba allí.Las carpas que nos dieron estaban al lado de los arrecifes. Esa no me la sabía.
Nunca pensé en dormir con una tablita de madera, con la espalda dentro del agua.Así estuvimos tres días, casi sin comer, pues te daban una "cajita" al día y el hambre era de madre.Al fin nos llaman y nos montan en guaguas con destino al Puerto del Mariel.Te movían de un lado para otro y uno no sabía que iba a ser de su vida. ¿Qué estaba pasando? Solo Dios era testigo de lo que pasamos en esos días en el Mosquito y el Mariel.Volviendo a éxodo del Mariel hay que recordar que todo no fue paraíso concebido para los que llegaban. Otra turba de delincuentes menos prestigiosa en lo que se refiere a poder, se pusieron las botas con la juventud vigorosa que llegaba en bote, ansiosa de vivir e inocentemente confiada como siempre. Las factorías se llenaron de mano fresca que trabajaba por cualquier cosa.
No estamos hablando aquí de miles de personas que brindaron todo su apoyo para que los Marielitos, no se sintieran solos ni desamparados sino del grupo que siguió el coro a Castro y los seguía llamando escoria.
Iban llevándonos poco a poco hasta los barcos que estaban anclados allí en el muelle y nos metian de a poco en diferentes barcos.Tuve la suerte de que me metieran en un "camaronero" gigante que se llamaba "King Fisher One". Esa noche hubo mal tiempo y no pudimos salir.
Yo estaba desesperado por comer algo, cuando la familia de cubanos de Miami, que originalmente llevó el barco a Cuba, nos prepararon algunos bocadillos para "entretener" la boca. Era imposible alimentar a todos.En total habíamos en el barco 254 reclusos sin contar a los originales de Miami .El 13 de mayo de 1980 a primeras horas de la mañana, Zarpó el barco.La travesía fue regular, ya que había mal tiempo.
Cuando el barco entró en mar adentro, la gente empezó a gritar de alegría:-¡Abajo Fidel Castro! ¡Viva Carter!Me parecía increíble que esto estaba sucediendo. Yo seguí con mi desconfianza y miraba para todos lados, esperando que de un momento a otro nos ametrallaran o algo pasara.La gente empezó a marearse y a vomitar y me fui arrastrando hasta la bodega del barco, donde me acosté y me quedé dormido.Hice todo el viaje dormido.Al salir hacia arriba, vi las luces de Cayo Hueso, donde al rato estábamos desembarcando.Los gritos de alegria seguian y mi desconfianza también.Oía a los guardias americanos gritando:-¡Welcome to the Unites States!Todavía seguía sin creerlo. Mi cabeza no andaba bien. Cómo era posible que unos días antes estaba en una prisión de Máxima Seguridad en La Habana y ahora estaba en los Estados Unidos.Cuando nos bajaron en Cayo Hueso, yo miraba para todos lados y buscaba de donde iba a salir la trampa.Nos dieron comida decente y matamos el hambre de los días que llevábamos sin comer.
Era el mismo 13 de Mayo de 1980 y habíamos salido de Cuba unas horas antes, un martes 13.Llegué aquí a los Estados Unidos con 29 años, de los cuales había vivido 21 de comunismo y 8 de ellos preso.¿Qué cuento podrían hacerme de Cuba y su revolución?De Cayo Hueso fuimos a Arkansas en una base militar llamada Fort Chaffe.Estuve allí 27 días.Llegué al Aeropuerto de Miami y esperando ver al tio que me reclamo, me encuentro con su esposa, quien me dice que el tio estaba recogiendo en Cayo Hueso a todo el batallón (Mi familia).
Nos fuimos para su casa en Miami y allí me quedé dormido.Al otro día por la mañana me despierta una tormenta de besos.Cuando abrí los ojos, era Brendita mi hija, que acababa de llegar y se me tiró arriba enseguida.Después de varios años, por fin esa etapa terminaba.
El sueño de mi vida se hizo realidad. Estaba en los Estados Unidos y podría criar a mi hija con libertad.Salía de un país de oportunistas para el país de las oportunidades.¿Qué vendría en el futuro? Solo Dios lo sabía. Por lo pronto llegué con una buena edad para luchar por los míos y salir adelante como todo el extranjero que llega con ganas de tener un porvenir próspero.¡Dios bendiga a América!
¿Arrepentido? ¡Nunca! Esto es lo mejor que me podia haber pasado.
Waldo Fernández
marakka2000@yahoo.com
A eso de las 4.00 pm de la tarde ese Viernes 4 de Abril se escucharon ráfagas de ametralladora cerca de la embajada del Perú en la Habana. Otro autobús había entrado violentamente por el portón del garaje. Dias antes se habia metido un omnibus con 19 personas, pero a esto no se le dio publicidad. Solo unos cuantos se enteraron.
Se trataba de otra guagua que salía de la playa de Marianao y pasaba por 5ta avenida en esta ocasión con 12 cubanos a bordo del ómnibus.Lograron entrar a la sede diplomática. La habían reforzado con planchas de acero en sus laterales y por dentro llevaba sacos de arena a todo lo largo y de 100 libras cada uno para protegerse de las balas. La precaución no fué en vano. Los guardias de la custodia cosieron a balazos la guagua resultando solamente herido el chofer en una nalga y una pierna.Mientras los guardias disparaban con ráfagas de metralleta el ómnibus una bala rebotó y mató a uno de los guardias. Con el tiempo se comprobó que había sido un accidente y no un asesinato como el régimen quería aparentar ya que los asaltantes no poseían armas de fuego.El gobierno cubano insistía que se trataba de un asesinato por parte de los delincuentes amparados por la embajada del Perú. Y no perdieron el tiempo.Elevaron al muerto a héroe de la revolución. Pedro Ortiz Cabrera, era su nombre, y quien posiblemente era un buen cubano que cumplía con su deber de recluta del Servicio Militar Obligatorio. Luego de dos días de negociaciones con el gobierno peruano solicitándoles que devolvieran a los “delincuentes” y frente a la negativa del Perú de hacerlo Fidel Castro ordenó retirar la seguridad que custodiaba la sede diplomática y lanzo aquel famoso comunicado de prensa por el periódico Granma que decía:
"Por negativa del gobierno peruano a entregar a los delincuentes que provocaron la muerte del compañero Pedro Ortiz Cabrera el gobierno cubano se reserva el derecho de retirar la custodia de la embajada. Por lo tanto dicha sede queda abierta para todo aquel que quiera salir del país”.
Y Cuba nunca se imagino la cantidad de gente que iba a entrar. Creo que fué el peor error político del gobierno de La Habana.
Es para morirse, 51 años después de que Cuba estuviera al borde de una guerra civil, ver aún al delincuente de Fidel Castro en el poder. Eso sí, ya hoy es un viejo decrépito y baboso, pero lleno de maldad como nunca. Le fue dado todo el tiempo para joder la isla y ya el daño está hecho. 51 años lleva el dictador amenazando con una invasión americana y el pueblo, a pesar del desaire de EU, es increíblemente más que nunca pro-americano.Así pasaron los días hasta el 1ro. de Mayo en que habló Fidel.
Estábamos desesperados por saber qué estaba pasando en la calle y no llegaban ni los periódicos. Jamás en la vida estuvimos más deseosos de oír las palabras de Fidel. Llegaban rumores de que estaban vaciando las cárceles y pensábamos que como Guanajay en ese momento era la segunda cárcel en importancia en La Habana, pues seríamos de los primeros en cualquier cosa que pasara.Fidel comenzó a hablar a las 6 de la tarde. Guanajay era una prisión inmensa y cabían más de 4000 presos.Se oía el vuelo de una mosca. Solo las palabras de Fidel.Fueron sus famosas palabras, las que llenaron a Guanajay de alegría:-¡NO los queremos, no los necesitamos, que se vaya la escoria!Los gritos fueron grandes y la gente aseguraba que nos quedaba poco allí.Efectivamente. En pocos días trancaron a toda la población penal y dijeron a los carceleros que dejaran salir a todo el que llamaran por los altoparlantes.Yo no creía en nada. Estaba desconfiado y jamás pensé que Fidel Castro se volviera loco y dejara salir a los presos de todas las prisiones y mucho menos para ir a los Estados Unidos. Sencillamente, no cabía en mi cabeza. Era ilógico que esto pasara.Increíblemente, al primero que llamaron fue a mí. Llamaron a los primeros 100 reclusos y nos vistieron de civil.Nos llevaron para el comedor de la prisión que era grande.Allí estuvimos 4 días, hasta que un buen día, llegaron unas guaguas y nos sacaron de allí con destino al Mosquito.Todos estábamos como locos de pensar en la incertidumbre que teníamos.Llegamos al Mosquito y nos separaron de todo el que estaba allí.Las carpas que nos dieron estaban al lado de los arrecifes. Esa no me la sabía.
Nunca pensé en dormir con una tablita de madera, con la espalda dentro del agua.Así estuvimos tres días, casi sin comer, pues te daban una "cajita" al día y el hambre era de madre.Al fin nos llaman y nos montan en guaguas con destino al Puerto del Mariel.Te movían de un lado para otro y uno no sabía que iba a ser de su vida. ¿Qué estaba pasando? Solo Dios era testigo de lo que pasamos en esos días en el Mosquito y el Mariel.Volviendo a éxodo del Mariel hay que recordar que todo no fue paraíso concebido para los que llegaban. Otra turba de delincuentes menos prestigiosa en lo que se refiere a poder, se pusieron las botas con la juventud vigorosa que llegaba en bote, ansiosa de vivir e inocentemente confiada como siempre. Las factorías se llenaron de mano fresca que trabajaba por cualquier cosa.
No estamos hablando aquí de miles de personas que brindaron todo su apoyo para que los Marielitos, no se sintieran solos ni desamparados sino del grupo que siguió el coro a Castro y los seguía llamando escoria.
Iban llevándonos poco a poco hasta los barcos que estaban anclados allí en el muelle y nos metian de a poco en diferentes barcos.Tuve la suerte de que me metieran en un "camaronero" gigante que se llamaba "King Fisher One". Esa noche hubo mal tiempo y no pudimos salir.
Yo estaba desesperado por comer algo, cuando la familia de cubanos de Miami, que originalmente llevó el barco a Cuba, nos prepararon algunos bocadillos para "entretener" la boca. Era imposible alimentar a todos.En total habíamos en el barco 254 reclusos sin contar a los originales de Miami .El 13 de mayo de 1980 a primeras horas de la mañana, Zarpó el barco.La travesía fue regular, ya que había mal tiempo.
Cuando el barco entró en mar adentro, la gente empezó a gritar de alegría:-¡Abajo Fidel Castro! ¡Viva Carter!Me parecía increíble que esto estaba sucediendo. Yo seguí con mi desconfianza y miraba para todos lados, esperando que de un momento a otro nos ametrallaran o algo pasara.La gente empezó a marearse y a vomitar y me fui arrastrando hasta la bodega del barco, donde me acosté y me quedé dormido.Hice todo el viaje dormido.Al salir hacia arriba, vi las luces de Cayo Hueso, donde al rato estábamos desembarcando.Los gritos de alegria seguian y mi desconfianza también.Oía a los guardias americanos gritando:-¡Welcome to the Unites States!Todavía seguía sin creerlo. Mi cabeza no andaba bien. Cómo era posible que unos días antes estaba en una prisión de Máxima Seguridad en La Habana y ahora estaba en los Estados Unidos.Cuando nos bajaron en Cayo Hueso, yo miraba para todos lados y buscaba de donde iba a salir la trampa.Nos dieron comida decente y matamos el hambre de los días que llevábamos sin comer.
Era el mismo 13 de Mayo de 1980 y habíamos salido de Cuba unas horas antes, un martes 13.Llegué aquí a los Estados Unidos con 29 años, de los cuales había vivido 21 de comunismo y 8 de ellos preso.¿Qué cuento podrían hacerme de Cuba y su revolución?De Cayo Hueso fuimos a Arkansas en una base militar llamada Fort Chaffe.Estuve allí 27 días.Llegué al Aeropuerto de Miami y esperando ver al tio que me reclamo, me encuentro con su esposa, quien me dice que el tio estaba recogiendo en Cayo Hueso a todo el batallón (Mi familia).
Nos fuimos para su casa en Miami y allí me quedé dormido.Al otro día por la mañana me despierta una tormenta de besos.Cuando abrí los ojos, era Brendita mi hija, que acababa de llegar y se me tiró arriba enseguida.Después de varios años, por fin esa etapa terminaba.
El sueño de mi vida se hizo realidad. Estaba en los Estados Unidos y podría criar a mi hija con libertad.Salía de un país de oportunistas para el país de las oportunidades.¿Qué vendría en el futuro? Solo Dios lo sabía. Por lo pronto llegué con una buena edad para luchar por los míos y salir adelante como todo el extranjero que llega con ganas de tener un porvenir próspero.¡Dios bendiga a América!
¿Arrepentido? ¡Nunca! Esto es lo mejor que me podia haber pasado.
Waldo Fernández
marakka2000@yahoo.com
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