martes, 8 de abril de 2008

MARIEL, 28 Años despues



A 28 años de esta fecha histórica para más de 125 mil cubanos, uno se pregunta si de verdad, valió la pena el brinco a los Estados Unidos. El 4 de Abril de 1980, me encontraba preso en una prisión cubana llamada "Mecanización", cerca del "Cacahual", lugar para presos comunes y políticos que les quedaba poco tiempo de condena.
Yo llevaba 6 años y meses preso en una condena de 8 años y fuí trasladado para allí desde la prisión de Guanajay. Allí ejercía mi profesión de Electricista Automotriz y allí fué donde me dieron el primer "pase" para visitar la calle despues de tantos años.
Una vez en la calle, estuve como loco sin saber que hacer. El mismo día 4 se comentaba muy poco lo que estaba pasando en la Embajada de Peru, pero como era un poco incrédulo, lo deje pasar, sin hacerle mucho caso a los chismes y comentarios que se oian en la calle. Así estuve dos dias, hasta que el dia 6 de Abril, mi cumpleaños, fuí a una fiesta en casa de un amigo cercano y se me fué un poco la mano con la cerveza, motivo por el que abandoné la fiesta y me fuí a mi casa a dormir "la mona" como decimos los cubanos cuando decansamos de una borrachera. En la madrugada, un amigo se enteró que estaba en la calle y fué a buscarme para ir a la Embajada. Yo en mi resaca, lo mande bien lejos y no le creí nada de lo que hablaba, por lo que seguí durmiendo. Al levantarme en la mañana, mi esposa me habla y me dice que oyendo la Voz de las Américas, escuchó lo de la Embajada. Ya compretamente tranquilo, me dispuse a ir y ver que estaba pasando.
Recogí algunas boberias como cigarros y aspirinas, etc, y abandoné mi casa.
Fuí directo a casa de mi mamá y allí me enteré más de lo que estaba pasando y yo no creía. Mi hermano mayor, era oficial de la Seguridad del Estado y había estado llamando para saber si yo estaba en la Embajada. Le dejó un recado a mi mama, diciendo que si no me había metido, lo olvidara, que no podría. Como siempre estabamos "encontrados" y discutiendo de política, pensé que era para que no me metiera y decidí ir de todas formas. Fuí directo para la casa de un amigo, donde lo recogí junto a su esposa.
Tratamos de buscar un medio de transporte, pero fué imposible. Estando en la esquina de Juan Delgado y Libertad en Santos Suarez, tuvimos la suerte de que llegó un Taxi (Chevi) y se parqueó con el auto encendido para saludar a un amigo, ocasión que aprovechamos para robar el auto y corriendo nos fuimos hacia la embajada. Demasiado tarde; las cuadras estaban cerradas y era imposible llegar a la embajada. La policía estaba rodeando la zona y no entraba ni una mosca. Abandonamos el carro y salimos caminando hacia nuestro barrio, Santos Suarez. Yo lloraba de rabia de pensar que me habían puesto en la mano la salida de Cuba que tanto anhelaba por años y por ser incrédulo y estar borracho (cosa que jamas hago), me impidieron abandonar Cuba en una ocasión como esa. Ya en mi casa lloraba más de rabia y me consolé pensando que por lo menos, miles de personas podrían abandonar ese infierno. Ese mismo día regresé a la prisión y decidí seguir mi vida y esperar "mi turno". Al entrar en la prisión de nuevo, los amigos no entendian que estando en la calle hubiera perdido la oportunidad de abandonar Cuba. Les hice el cuento de lo que pasé y alquien se fué de lengua, denunciándome por lo que había hecho. Me trancaron en una celda de castigo y de allí, esa misma noche, me enviaron a la Prisión de Guanajay, con medidas de Seguridad. Al llegar a Guanajay, fué lo mismo. La población penal estaba desesperada y se oian solo rumores equívocos que llegaban de la calle.
Yo fuí lo más nuevo que oyeron por varias semanas, sin contar la poca información que daba el periódico Granma. A finales de Abril recibí la visita de mi esposa donde me dijo que el tio de los Estados Unidos había enviado un barco para recogernos a todos.
Yo le dije que se olvidara de mi y tratara por todos los medios de salir de Cuba y sacar a mi hija de 8 años. Ella no quería pero al final la convencí. Nos despedimos allí, sin saber cuando la volvería a ver. No había esperanzas en Cuba de nada y lo que llegaba a la prisión, eran solo rumores. El día Primero de Mayo, estando en la prisión oyendo el discurso de Fidel, se podía oir el vuelo de una mosca en una prisión con mas de 2000 reclusos.
Cuando Fidel dijo su frase histórica:
-¡No los queremos...no los necesitamos...Que se vaya la Escoria!
Los gritos de los presos fueron descomunales. Parecía un infierno aquello y no sabíamos que iría a pasar con nosotros. El 9 de mayo, empezaron a llamar presos y a vestirlos de civil. Destino: EL MARIEL. Una vez allí fuimos entrevistados y nos hacian miles de preguntas estúpidas, pero al final, nos llevaron para el puerto y allí, muy ordenadamente, nos fueron metiendo en las barcos que anclaban allí, esperando por sus familiares.
Tuve la suerte de venir en un camaronero gigante, llamado "King Fisher One".
Sali de Cuba un Martes 13 de Mayo y llegué a los Estados Unidos el mismo día.
Que ironía...Martes 13, ni te cases, ni te embarques! Era una doble libertad.
Salir de la prisión y abandonar Cuba a la vez. Mi esposa e hija llegaron 29 dias despues. Aquí aprendí el precio de la libertad y he podido encaminarme en esta vida. Mi hija de 36 años ahora, es una profesional y está casada. Cada día me convenzo más que este es el pais de las oportunidades y que no existe ningun pais en el mundo, donde se respire la libertad americana. Si, valió la pena, por supuesto que valió todas las penuras que se pasaron.
¡Dios bendiga a América!

Waldo Fernández
marakka2000@yahoo.com

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